El Cine

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viernes, 30 de agosto de 2013

CHRISTIAN GREY Y ANASTASIA - 1 (1996celta) LUNA DE MIEL

Texto basado en el relato original Cincuenta sombras de Grey )



El sol mediterráneo acaricia nuestra piel. Estamos tumbados en una hamaca. A mi lado, Christian mira al infinito.  De vez en cuando alarga su brazo buscando mi mano. Le miro, le sonrío y él me devuelve la sonrisa más tierna y más dulce de todas la que le he visto.  Ya somos marido y mujer, y el Principado de Mónaco nos acoge en  este atardecer.  No estamos hospedados en el hotel, sino en un barco que ha flotado Christian para nuestro periplo por la  Costa Azul.  Son los últimos días de nuestra luna de miel. Maravillosa, hermosa, dulce, embriagadora luna de miel, que Christian organizó para mi.  He disfrutado de él, las veinticuatro horas del día.  Hemos estado juntos colmándonos de amor.  Me da miedo volver a nuestra vida normal.  Le echaré mucho de menos. Tendré que acostumbrarme a verle solamente por las tardes a la salida del trabajo, y no como ahora,  permanentemente. Amo a este hombre con todas mis fuerzas, y ni por todo el oro del mundo cambiaría nada de lo que hemos vivido.


 



Christian se está bañando, y yo,  al suave sol mediterráneo,  voy quedándome dormida lentamente, suavemente.  En mis sueños vuelvo hasta la cabina del avión en donde pasamos nuestra primera noche de casados. Vuelvo a vivir el inicio de aquella maravillosa noche. Christian me colmaba de caricias,  de besos sensuales. No dejaba ningún poro de mi piel sin recibir una caricia o un beso.  Sus palabras eran embriagadoras.  Repetía constantemente "eres mi esposa, esposa mía"...

- ¿ Qué demonios crees que estás haciendo?

Una alterada voz de Christian me despierta bruscamente. No sé a qué se refiere, estaba durmiendo plácidamente soñando con mi erótica primera noche de casada

- ¿ A qué te refieres? estaba dormida

Entonces me doy cuenta de que el rostro de él está crispado, mientras sostiene la parte de arriba de mi biquini.  Lo había dejado en su hamaca mientras él se bañaba.  Le había insinuado hacer topless, tan frecuente en algunas playas europeas. A mi solicitud dijo tajante

- No se te ocurra, ¿ me oyes ? ni se te ocurra
- Pero Christian aquí no choca. Todas las mujeres lo hacen
- Pero la mía no. Nadie va a ver lo que es mío.

Miro al rostro de Christian y compruebo que tiene un enfado monumental. Me tiende  el sujetador de mala manera y me dice

- Póntelo.

Me cubro con los brazos, mientras trato rápidamente de ponérmelo

- Te aseguro que no lo he hecho a posta. Estaba boca abajo y he debido darme la vuelta sin darme cuenta
-¡ Menuda ración de vista se habrá dado Taylor y el otro! y no te digo nada si hay algún paparazzi. Te habrá sacado una foto desnuda
-Perdona Christian, de verdad que ha sido una torpeza por mi parte, pero debí quedarme dormida y me giré, sin darme cuenta de que me lo había quitado.


Pide la cuenta. Está furioso

- Nos vamos
- ¿ Ahora ?
- Si ahora - se pone las gafas de sol para ocultar su furia, coge el libro que estaba leyendo y la BlacBerry y,  comienza a andar. Lamento profundamente el incidente. Todas las mujeres de la playa están en topless. Yo era la única que tenía biquini completo.  me sentía ridícula. Pero esto naturalmente no se lo digo

- Dame eso lo meto en mi bolsa. No te enfades , por favor - le digo alargando un brazo para que me de el libro y la BlackBerry
- No es necesario que cargues con mis cosas. Y si,  estoy furioso. Nunca haces caso de lo que te digo. Me crispas Anastasia

¡Oh, oh ! me ha llamado Anastasia.  Llegamos a la puerta que da entrada al vestíbulo del hotel.  Allí está Taylor vestido con pantalón corto y su semblante denota que tampoco a él le ha gustado mi broma. Hay otros dos guardaespaldas que han vigilado la playa; son dos hermanos gemelos, idénticos.

Atravesamos el vestíbulo del hotel hasta el coche

- ¿ Dónde vamos ? - le pregunto tímidamente
- Vamos al barco- me lo dice sin siquiera mirarme

Son las primeras horas de la tarde y el sol cae fuerte. Nos encaminamos hacia el embarcadero en donde han quedado amarradas la moto de agua y la lancha del barco que ha alquilado Christian para nuestro viaje, y que no sé si lo ha llegado a comprar.
Doy la mochila a Taylor que me mira impasible como Christian.  Me tiende el chaleco salvavidas de obligado cumplimiento. Me extraña de que sólo yo lo lleve, pero no digo nada. Christian revisa si está bien abrochado y aprieta más la correa central.  Sigue sin apenas mirarme, y por supuesto no me habla

Se sube a la moto y me tiende la mano para que yo suba detrás

- Agárrate fuerte- me dice- y yo me abrazo a él acariciando su espalda con mi nariz y recordando cuando no hace mucho, esa caricia me estaba prohibida.

Separa con el pie la moto del muelle y la pone en marcha. Los guardaespaldas irán en la lancha hasta la embarcación que nos aguarda anclada en el muelle de yates.

- Prepárate- me avisa

Pisa fuerte y la moto sale disparada a toda velocidad. La lancha con Taylor va a nuestro lado, pero pronto les dejamos atrás,  ante su disgusto. Taylor cabecea.  Me abrazo aún más fuerte a la espalda de Christian y le beso tratando de suavizar las cosas. Vamos en dirección a alta mar. Allí da un giro y volvemos hacia el yate nuevamente.  Damos unas vueltas alrededor del barco, y compruebo que Christian se siente feliz, libre, sin preocupaciones. Eso, junto con volar, es lo que más le gusta

¿ Te gusta ?- me pregunta
-¡ Es increíble !
-¿ Otra vez?
- Si, por favor. Es fabuloso - Y doy un gritito que le hace sonreír. Me ha perdonado, es lo que pienso.





Hemos regresado al yate y nos sentamos en cubierta. Christian apenas habla.

- Te ha cogido el sol. No te has dado suficiente crema.  Este sol es más fuerte que el nuestro, hay que tener cuidado. Tienes la piel muy blanca- me dice todavía con resentimiento- ¿ Quieres algo de beber ?
- ¿ Voy a necesitar una bebida ?- le pregunto
- ¿Por qué lo dices? ¿ crees que voy a castigarte?

Se acerca el camarero y le pide dos Gin-tonic, con aceitunas y almendras

- ¿ Quieres castigarme ?
- Desde luego que si
-¿ Qué vas hacerme?
- Ya lo pensaré mientras tomamos los aperitivos ¿ Deseas que te castigue?
- No sé...,  depende
- ¿ Depende, de qué ?
- De si me vas hacer daño
- Anastasia nunca voy hacerte daño.  Eres mi esposa, no mi sumisa. Pero no vuelvas hacerlo en público. La prensa amarilla está por todos lados, y tenemos familia. ¿ No querrás verte desnuda en las páginas de las revistas del corazón ¿verdad?. Acuérdate cuando se anunció nuestro compromiso, lo mal que lo pasaste con los periodistas.




El camarero nos sirve la bebida y los aperitivos. Christian me acerca una de las copas, y levantándola, me dice

- Salud, señora Grey
-Salud, señor Grey- y me llevo la copa a los labios

Christian está mirándome con esa mirada profunda, y no se muy bien cuáles son sus pensamientos. Yo entablo una conversación intrascendente  tratando de romper el hielo que se ha creado entre nosotros

- El dueño de este yate , debe ser muy rico.¿ Qué nacionalidad tiene?- la verdad es que lo digo por decir, porque no me interesa en absoluto
- Es inglés, y si es muy, muy rico
- Como tú- le digo y le sonrío
- Si, como nosotros - me responde

Esa contestación me descoloca. Sé que está enfadado, pero sin embargo, siempre que tiene oportunidad me recuerda de que soy su esposa, y que formo parte de su vida. Yo no me doy por aludida y sigo

- La verdad es que debe ser difícil acostumbrarse a vivir de la nada a tener tanta opulencia.
-Te acostumbrarás
- No lo digo por mi. No creo que me acostumbre nunca . Pienso que para tomarlo con naturalidad, debes nacer ya en la riqueza y no adquirirla
- Yo no nací rico, y sin embargo lo tengo asumido con naturalidad
-Pero creciste en una familia adinerada

Taylor hace acto de presencia portando la BlackBerry de Christian

- Señor Grey, le llaman. Creo que es Rose

Rose, la segunda secretaria. Me levanto. Le dejo que hable de sus asuntos y yo doy un paseo por cubierta. Me acodo en la borda. Me encanta que el aire y los rayos del sol, me den en el rostro.  Recuerdo la discusión que tuvieron Christian y su padre referente a los acuerdos prematrimoniales.  Me dijo que Carrick trataba de protegerme a mi, y no a Christian ¿ por qué ? ¿ Sería por si se alejaba de mi ?  Sé que fue un disgusto para él, e incluso se molestó con su madre, por no haber ocultado a Carrick lo sucedido la noche de su cumpleaños.

Cuando me doy cuenta, Christian está a mi lado. Trae consigo las dos copas de Gin-tonic



- Bebe -, me dice mientras me tiende la bebida y él se lleva unas almendras a la boca.

En su mirada hay un fuego extraño. Conozco esa mirada y tiemblo ante lo que vendrá.  Sonríe maliciosamente, y me dice

- Quiero que tú seas mi aperitivo

Deposita ambas copas en la barandilla de la borda, y tomándome de la mano, nos dirigimos a nuestro camarote. Me pongo nerviosa.  Recuerdo que me ha anunciado un castigo por mi atrevimiento en la playa, y sólo de pensarlo me siento inquieta ¿ Qué me hará?

Antes de entrar en el camarote, me advierte

- No vayas al baño

¿ Por qué me dice eso, que va hacerme? ¡ Noo ! era algo infranqueable. El mismo lo puso en el contrato entre las cosas prohibidas

- Ana, no es lo que piensas

¿ Por qué extraña razón, siempre sabe lo que pienso?  Me mira, sonríe y me cede el paso. Una vez dentro se quita la ropa. También a él se le ha pegado el sol y su piel está ahora de un color dorado espléndido.  Se dirige al mueble  y de él extrae dos juegos de esposas. Me las enseña al tiempo que me advierte que deberé estarme quieta y no tirar de ellas, porque me dañará la piel.  Las esposas me dan miedo, y recelo.  Cuando ve que miro hacia el cierre de las mismas, abre su mano y me muestra una llave.  Al tiempo me dice "tranquila". Yo le pregunto intrigada porqué me ha dicho que no fuera al baño



- No tengas miedo, nena. No voy hacerte daño, no te va a doler nada. Pero sí va a ser muy intenso, tremendamente intenso.

Se acerca a mi. Acaricia mi mejilla con su dedo pulgar y después me besa ligeramente en los labios. Me mira directamente a los ojos, y me pregunta



- ¿ Quieres jugar?
-Si, Christian
- Muy bien- dice, mientras me besa en la frente más intensamente. Vamos a necesitar una palabra de seguridad
-Christian dijiste que no ibas hacerme daño
- Y no lo haré, pero créeme, necesitarás una palabra de seguridad. No sirve "para", porque puedes decirla en cualquier momento. Piensa en otra

Yo me quedo pensando. La cabeza me da vueltas ante la perspectiva de lo que se avecina. No se me ocurre ninguna. Todavía no sé por qué dije eso, pero lo solté sin pensar "pirulí"

-¿ Pirulí ?, está bien. Que sea pirulí - y se rie- Voy a darte una lección ¿ lo sabes ?
- Si Christian. Pero ya pedí perdón

El no hace caso de mi respuesta y prosigue

- ¿ Cuál es la palabra de seguridad ?, Ana recuérdala. Sabes que si no puedes aguantar, podemos dejarlo inmediatamente. No te vas a poder mover , y te voy a poner un antifaz.   No es para dañarte, recuérdalo, sino para que el placer que sientas sea intenso, muy intenso.

Me quita la parte de arriba del biquini y me lleva hasta la  cama. Me esposa cada tobillo a cada brazo, y....,  me toma.

  Es de una intensidad nunca sentida, agotadora, pero no pronuncio la palabra, no la necesito. Recorre mi cuerpo besándome, con unos besos muy especiales. Principalmente por el escote y el pecho. Yo me siento flotar

- ¿ Por qué me desafias? me dice y yo no sé qué contestarle. Sólo le suplico, pero él sigue mortificándome- Dímelo ¿ por qué?
- Porque puedo, porque te quiero, Christian. ¡ No lo sé !



Entonces él me abraza y me besa.  Al fin el erótico castigo, ha finalizado, y yo me desplomo totalmente agotada. Me quita el antifaz y me besa suavemente.  Me acaricia y me estrecha contra él.

- Me vuelves loco. Me pones hecho una furia cuando me desafías, pero haces que me sienta vivo. Te quiero,  señora Grey.

Muy bien señor Grey, esos son sus embriagadores, eróticos y sensuales castigos.  Puedo soportarlos

Abre las esposas y me deja libre. A continuación con inmensa ternura, masajea mis tobillos y mis muñecas, que efectivamente se han marcado por mis intentos de moverme. A continuación me reclina en la cama y me deja descansar.

 
Una imperiosa molestia en la vejiga hace que me despierte.  A mi lado está Christian con su portátil.  Adormilada todavía y un poco "fuera de órbita" por lo vivido, abro un ojo y le pregunto



- ¿ He dormido mucho?
- Mas o menos una hora ¿ Estás bien ?
- ¡ Oh si ! y ¿sabes? Tengo que desafiarte más a menudo- y me rio
-Señora Grey, es usted insaciable- y él también se rie
-¿ Nos movemos? - le digo al sentir el movimiento del yate
- He pensado que hoy podíamos quedarnos aquí, puesto que ya hemos ido a la ópera, etc. Para ello vamos rumbo a Cannes, pero ¿ qué te parece si cenamos en cubierta ?

Yo asiento, me levanto y echo por mis hombros una bata. Me he quedado algo fría con mi siesta, o quizá la brisa marina.  Una vez hecha mi necesidad fisiológica, mientras me lavo las manos me miro en el espejo y observo cómo he cambiado, no parezco la misma persona. Mi cabello con un buen corte, manicura en manos y pies, un cutis perfecto y...

- ¡ Santo cielo ! ¿ qué me ha hecho ?  Me quito la bata y veo que en mi escote, pecho y brazos hay unas marcas de chupetones. Por el resto del cuerpo también las tengo, pero én esta parte están más remarcadas. ¡ Claro , eso eran los besos tan especiales ! ¿ Cómo se ha atrevido hacerme esto ?

Estoy furiosa. Me cepillo el cabello con rabia y salgo hasta donde está Christian

- ¿ Cómo te has atrevido hacerme esto ? No soy una adolescente y tu tampoco lo eres. Me has marcado indecentemente ¿ por qué ?

Estoy tan furiosa que lanzo el cepillo del pelo que tengo en la mano hacia Christian, que tiene que protegerse con un brazo para que no le alcance en su cabeza.

- Andate con cuidado, Grey. Mi padre también me enseñó lanzamiento y tengo buena puntería

- Ya lo veo-dice riendo- Perdona nena
-Ya no me podré poner ni un bañador, ni un escote, nada... Tendré que ir como una monja por un castigo tonto de un chico tonto
-- Así ni te volverás a quitar la parte de arriba del biquini
- No debías haberme dejado las marcas, al menos tantas. Creo que me regañaste por haberlo hecho y quedó claro que no se repetiría
- Ana, ten paciencia conmigo. Lo siento. Pero no estoy acostumbrado a estas cosas. Todo esto es nuevo para mi. Perdóname, cielo, no volverá a ocurrir. Lo siento, de verdad

De repente toda mi furia se desvanece al recordar las palabras de Flynn el día de nuestra entrevista " Christian no ha tenido adolescencia, pasó de la niñez a la madurez de un tirón. No fue fácil, pero tiene que vivir esa etapa aunque sea tardía. Démosle un voto de confianza"


- Tengo mucho que aprender ¿ eh, nena?
- Los dos tenemos que aprender  Christian. Los dos

Hunde su nariz en mi pelo. Yo le rodeo con mis brazos y él me estrecha fuerte en un abrazo. Nos besamos y me dice

- No te enfades conmigo, Ana. ¿ Me perdonas?
- ¿ Y tú me perdonas también?

Asentimos los dos y volvemos a  abrazarnos.

- ¿ Tienes hambre ?
- Pues claro, con tanta actividad... tengo mucha hambre. Pero me da pereza vestirme para ir al comedor.
- Podemos cenar en cubierta. Con el chándal vas bien. Además el barco todavía es nuestro durante una semana más. Podemos hacer lo que queramos.

Y el camarero nos sirve un menú muy francés, muy chic.  Nosotros olvidadas nuestras diferencias, somos rotundamente felices.








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